Un punto muy importante sobre la terapia contra la EM es que el paciente debe seguirla de manera consistente tal y como la prescribió el especialista, incluso aunque a veces resulte complicado.
Aunque a día de hoy la EM aún no es curable, la medicación puede ayudar a prevenir una gran parte de los brotes. La mayoría de los brotes ocurren en las primeras etapas de la enfermedad, por lo que la terapia debería comenzar lo antes posible.
Un tratamiento precoz y efectivo, puede ayudar a mantener su capacidad para trabajar y mantenerse socialmente activo durante el mayor tiempo posible.
Objetivos de una terapia óptima1:
La terapia óptima debería conseguir lo que se conoce como NEDA (un estado sin evidencia de la actividad de la enfermedad clínicamente relevante y medible). Esto significa una enfermedad sin recaídas, sin progresión de la discapacidad y sin actividad detectable en la prueba de resonancia magnética (RM).
La terapia de la EM se basa en tres pilares:
- Tratamiento para las recaídas agudas, ya que estas situaciones no siempre se pueden evitar. En estos casos, por lo general, el paciente recibirá una infusión de cortisona para acortar el periodo de recaída. La cortisona ralentiza activamente el proceso inflamatorio y, por lo tanto, promueve la recuperación. Sin embargo, la cortisona no tiene influencia en la frecuencia de recaída.
- Tratamiento continuo para modificar el curso de la enfermedad. Estos medicamentos modulan el sistema inmune, cuyo resultado suele ser menor carga inflamatoria y menos recaídas.
- Tratamiento para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Dependiendo de sus síntomas, este tipo de terapia puede ser farmacológica o no farmacológica (fisioterapia, logopedia, etc.).
La terapia debe adaptarse individualmente a cada paciente y tener en cuenta su situación y planificación vital. Solo así podrá integrar su tratamiento en su vida diaria y mantener la mejor calidad de vida posible. En este sentido, se aconseja al paciente que dialogue abiertamente con su médico.
Posibilidades terapéuticas de modificar el curso de la enfermedad.
Actualmente, se encuentran disponibles varios tratamientos que pueden modificar el curso de la enfermedad, según la progresión y la condición del paciente.
En etapas iniciales y con un curso más leve, los inmunomoduladores se usan principalmente para reducir el número de brotes en la EM (forma aguda), como el interferón o el acetato de glatiramero, que han demostrado ser fármacos efectivos.
A medida que la enfermedad progresa y se producen recaídas, es posible que sea necesario intensificar la terapia. Esta terapia de intensificación utiliza medicamentos que interfieren más con la actividad del sistema inmune y también tienen más efectos secundarios.